lunes, 5 de abril de 2010

El terror primordial y lo real maravilloso

Ser escritor implica entrar también en el submundo del tiempo peligroso que vivimos.
El terror primordial y lo real maravilloso tienen raíces en los espíritus heredados.
El submundo cotidiano pertenece más a la muerte que a la consolada melancolía del romanticismo.
El terror primordial tiene su cuna del dolor en el exilio interior de cada hombre.
Las contradicciones morales, sociales y emocionales de este tiempo, no tienen ni ética ni mística comprensibles.
Los avatares sociales, políticos, morales de la sociedad cada vez más amplia en la que están incardinados, conforman un imperio desnudo, donde los límites del bien y del mal no se entienden ni se definen.
En nuestra sociedad contemporánea, las líneas del arte, de la creación, sufren una continua danza de mutaciones sobre las que se cierne la amenaza de la destrucción inminente.
Contra ella, la popularidad se perpetúa en el ritual de ir esculpiendo nieblas a dentelladas.
La rueda de la verdad es una amistad desnuda que coloca al escritor a la altura de sus propias cenizas.
La sangre fría de un escritor debe comprender la vigencia de este mundo de etiquetas donde lo eterno es siempre esquivo.
Al fin, más habitable su mundo, debe aceptar que va sembrando semillas en las cenizas del tiempo vivido y que, esa siembra, será toda su herencia, que nunca sabrá si florece, porque ya habrá muerto cuando sea el tiempo de la cosecha