jueves, 20 de mayo de 2010

20, jueves, mayo. El libro mal estrustrurado del periodismo español

Como un libro de estilo mal estructurado, el principal periodismo español usa el pensamiento como si estuviera permanentemente en una vociferante tertulia de café.

Todos a la vez, arrebatados por su propia economía, coordinados por atracciones misteriosas para los lectores, son textos muchas veces bien escritos, algunos muy literarios, pero todos nacidos de un desesperado anhelo por la verdad que el monstruo necesita inventar para ocultar la realidad.

Es como un viaje a un mundo donde la paz y la ética del bien común son poco más que una conveniencia política dentro de la belleza de la guerra que vivimos, pues el amor sexual y las vísceras parecen ser las convenciones más alucinadas de las decisiones de los dueños de los medios de comunicación.

Ser independiente y ganarse la admiración del entorno con el que se obliga por el hecho en sí de ser lo que se es y de estar en él, es para el periodista español la condena a la soledad personal, un rastro dramático de la vía luminosa que debe seguir entre el cosmopolitismo espiritual y el aldeanismo del criado sometido.

No sabemos dónde está el pudor del hombre, las reminiscencias líricas que sepan encontrar la mirada divina de tal hombre, que quiera y pueda discernir entre el bien y el mal.

Se pueden inventar una tradición compartida y una ética, una vida y una muerte. La imagen ante el espejo puede ser el lugar común del horizonte. El pensamiento de los monstruos puede ser un concepto inextricablemente unido a la ficción y al poder absoluto.

En las zonas marginales se puede vivir la transgresión como una historia presente en la que el paisaje humano tenga por única verdad el tesoro hundido de la luna llena.

La erudición puede tener la forma de álbum de fotos, y éste ser el observatorio del mundo que nos lleva a poder concluir que la historia continúa en busca de una nueva imagen de Dios, allí donde los colores no tienen nombre.

La historia está poblada de una literatura popular donde los malos hunden la cabeza en el trasero, en la que la tramada intriga literaria entre los perseguidos y la fusión de fantasía y verdad representa la apología del músculo. Este museo es la narración de una historia humorística de la inocencia desperdiciada, que nos lega la caja de Pandora abierta para siempre como una ficción intemporal.

La belleza imaginaria de los muertos es una flor en el limo de la historia cuyo fin es boicotear la rectitud estructural de la dramaturgia que, por amor a nosotros, escribió un amigo desconocido.

Y la prensa, mejor, los que componen el mundo que se manifiesta a través de la prensa, ¿qué son?

El periodismo, pequeña magnitud que dibuja sin parar una dolorosa y onírica autobiografía de la España actual a pie de calle, habla de sus fobias y filias como si fuera un sastrecillo valiente enfrentándose a las moscas cojoneras del poder que respectivamente les paga.

Más allá de la evidencia, el periodismo actual dispara contra la sociedad en la que está inscrita.

Revólveres con balas de tinta nos acercan a las puertas del salvaje infierno de cada día queriéndonos hacer ver que escriben la elegía luminosa de la realidad cuando tan sólo son elegías a la muerte de una verdad.