lunes, 24 de mayo de 2010

¡Viva la muerte! Hay que deshacerse del Juez

Hoy, estos días, nos obligan a respirar una ola única y monstruosa de palabras cochambre de mendigos intelectuales, putas y putos, chantajistas, estafadores, lameculos que comparten con nosotros el paseo por la vida. El idioma que utilizan estos gacetilleros de la prensa, radio y televisión de las derechas españolas para proteger el franquismo –con la disculpa de atacar al juez Garzón-, es feo, perverso, sin expresividad, repleto de lo que ellos llaman chiste fácil –es decir, palabras travestidas de mal gusto. Luchan por hacer olvidar un pasado ligado al crimen y al latrocinio, a la tortura y salvajes interrogatorios, rapto de niños y la práctica obligatoria de algo que llaman religión católica que, por lo visto, predica el amor al prójimo, el cuento de la pureza y la virginidad de los jovencitos para ensombrecernos la infancia con el terror del infierno al que, al parecer, muchos de ellos no temían, no temen.
Desde que comenzó la llamada Transición Democrática, con la prensa diaria han ido cayendo sobre nuestras mesas, en nuestros corazones, pausadamente pero sin cesar, nombres de hombres, mujeres y niños asesinados durante la dictadura franquista. De ellos desconocemos aún las tumbas diseminadas por cunetas y campos desolados, tumbas que no tienen memoria, no tienen pasado, porque de la mayoría de ellas desconocemos el lugar en que fueron abiertas y quienes fueron arrojados en ellas como si fueran los restos de animales que no merecían más que el desprecio de una bala y una paletada de tierra.
Hubo, hay quienes recopilaron tanto nombre y tanta fosa común y lo convirtieron en artefacto lingüístico judicial dispuestos a recuperar el río de la memoria familiar, de la memoria social. Y el juez Garzón se hizo cargo.
Desde el primer momento en que empezaron a llover nombres de asesinados-desaparecidos, en las gacetillas de cualquier tipo mediático de las derechas hicieron su aparición ripiosos secarrales intelectuales que trataban de seguir añadiendo paletadas de mentiras sobe las fosas con una profunda y desconsoladora estupidez de razonamientos falaces. Y éstos mismos, se lanzaron contra el juez tratando de contrarrestar los hechos con el revisionismo histórico del franquismo procurando que se olvidase su dimensión totalitaria mientras subrayan una “apacible” cotidianidad de la que se había borrado la sangre de los crímenes. Como una fosa más, el entono personal y social del franquismo, con la secuencia de seguimientos, chivatos, difamaciones, falsos testimonios, manipulaciones de pruebas, interpelaciones propias del Régimen y una urdimbre de artimañas en la instrucción del sumario, tratan de segregar de su carrera al juez que puede sacar a la luz el oficio de tinieblas del franquismo y sus seguidores actuales.
Pero no tratan sólo de borrar la historia pasada y las tumbas que cegaron. El mayor caso de corrupción política y de financiación de un partido, que, casualmente, investigó el mismo juez Garzón apunta en la misma dirección política, la derecha. Gente sin escrúpulos, advenedizos de la economía, genios desconocidos de las finanzas internas del partido PP. Una bomba política que, si explota en un juicio, deshará el gran partido de la derecha desmenuzándolo en lastimosos, sombríos, caducos y estériles subpartidos sustentando abiertamente teorías políticas de la cochambre histórica del fascismo y de otras derechas paradigmáticas.
Y antes que eso: ¡Viva la muerte! Hay que deshacerse del juez.
Pero debemos hacerles saber que el proyecto inédito de los hombres en el que exhibir sus habilidades instrumentales es conseguir la inmortalidad. Matar a la muerte, haciendo un mundo donde la democracia se sustente en la justicia y no en las malas leyes que habitualmente elaboran los poderosos por medio de políticos como los que actualmente gobiernan el Parlamento.

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